lunes, 16 de noviembre de 2009

RETOMAR EL DIÁLOGO SOCIAL

El filósofo y sociólogo francés Sami Naïr publicaba hace unos días un incisivo artículo titulado, significativamente, “Los salarios”. En él, Naïr expresaba su preocupación por el hecho de que los países desarrollados estén saliendo de la crisis económica sin que se haya producido la necesaria modificación del sistema que la provocó. Alguien podría pensar que lo importante es el hecho de salir de la crisis y no la forma en que se haga, pero la mayoría sabemos que no es cierto. Si en la resolución de un problema no se ataca su raíz, ese problema volverá una y otra vez a producirse.

Y la sensación que se tiene, tal y como dice este catedrático de Ciencias Políticas, es que los países desarrollados están recuperando el paso sin haber aprovechado la lección recibida –la dura lección recibida- para reformar el mercado, cuyos mecanismos especulativos son, en definitiva, quienes nos han llevado a esta situación. Es más, al no haber aprovechado esta debacle financiera y económica para cambiar el sistema por arriba, el riesgo es que se tienda a abrir la salida por abajo, es decir, dice Naïr, “ igualando los salarios de los países desarrollados con los de los países menos desarrollados”. Y añade sombríamente para acabar: “Y aún tendrá que haber salario, puesto que el desempleo forzoso como variable para ajustar la competencia jugará aún más fuerte”.

En España el debate hoy no es si estamos o no saliendo de la crisis. Es objetivamente cierto que estamos remontando la situación económica, así lo indican los datos y así lo afirma todo el mundo. Quienes confiamos en la capacidad de los españoles para superar con esfuerzo los reveses y creemos en la eficacia de las muchas medidas adoptadas para frenar la crisis, sabemos que podemos salir de esto al mismo tiempo que el resto de los países, y que vamos a hacerlo. Y nuestra apuesta ha sido que esto ocurrirá sin que los derechos adquiridos por los trabajadores se vean menoscabados. 

Estos derechos son algo innegociable, y por eso no ha sido posible desbloquear el diálogo social, al menos hasta hace poco. La patronal, dice Sami Naïr en su artículo, quiere salir de la crisis reduciendo salarios y haciendo más precarios los empleos, y por lo que se ve es una tendencia universal de la llamada ideología liberal: cuando se habla de una “reforma laboral” y se habla de “flexibilizar el despido” se habla exactamente de eso. Pero es rotundamente falso que la solución a la crisis pase por abaratar el despido y restarle derechos a los trabajadores. Eso es hacerle pagar la debacle económica internacional a quienes la han sufrido y la sufren, y no a quienes la provocaron. Y eso no sólo es injusto, sino que es que es, a todas luces, inútil.

Afortunadamente, los empresarios españoles y los representantes sindicales parecen haber llegado a un acuerdo para desbloquear la negociación colectiva y retomar el diálogo social, en tanto que el Gobierno se ha mostrado dispuesto a estudiar la receta alemana para combatir el aumento del paro durante la crisis: combinar reducción de jornada laboral con prestaciones sociales para los trabajadores y con formación.

Que se reiniciase ahora la concertación social sería una excelente noticia, pues durante la pasada legislatura el diálogo entre patronal y sindicatos, con la participación conciliadora del Gobierno socialista, fue realmente fructífero. Es la definición de una manera de ejercer el poder político: el Gobierno podría adoptar, dentro de sus prerrogativas ejecutivas, las medidas oportunas en materia laboral, pero prefiere que sean las partes las que alcancen los acuerdos. Acuerdos que si son buenos por igual para unos y para otros, son buenos, evidentemente, para todos.

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