Los socialistas andaluces siempre hemos
sostenido que Javier Arenas posee una “agenda oculta” para Andalucía, y éste,
como para desmentir tal cosa, hace apenas unos días desvelaba con gran aparato
mediático su supuesto contenido. Lo cierto es que las medidas divulgadas en
prensa por el señor Arenas no pasan del mero oportunismo, contienen propósitos
bienintencionados que coinciden con realidades ya puestas en marcha por el
Gobierno andaluz e incurren en un uso más bien vacío de contenido de la palabra
“austeridad”.
Su agenda oculta sigue siendo eso: una agenda oculta. Para
imaginarnos una hipotética Andalucía gobernada desde fundamentos conservadores
nada mejor que fijarnos en qué es lo que hace el PP allí donde gobierna. Un
ejemplo: en Madrid y Valencia apenas se está aplicando la Ley de Dependencia;
no es “su ley”, no creen en ella y sin duda la deben considerar un despilfarro.
Para la derecha, todo gasto social es en sí mismo un despilfarro. Si hablamos
de altos cargos, Arenas tendría que nombrar cuarenta más en Andalucía para
tener los mismos que Galicia por número de habitantes, treinta y uno más para
alcanzar los que tiene la Comunidad de Valencia por provincia y nada menos que
ochocientos cuarenta y tres para ponerse a la altura de los que tiene Madrid.
Si el señor Arenas equiparase su sueldo al de Esperanza Aguirre, cobraría, como
ella, un quince por ciento más que el presidente del Gobierno de España y un
treinta por ciento más que José Antonio Griñán como presidente de la Junta de
Andalucía. Gastaría más en coches de alta gama, más en dietas y mucho más en
alquileres, pues ésas son las cuentas de las comunidades autónomas gobernadas
por el PP. Como se ve, una traducción muy peculiar del concepto de austeridad.
Lo cierto es que la Andalucía que todavía ambiciona
gobernar algún día el señor Arenas es una tierra radicalmente distinta a la de
hace tres décadas. Partiendo de una región olvidada, donde venían perpetuándose
las más dramáticas desigualdades sociales, donde pintoresquismo y pobreza
parecían consustanciales a lo andaluz, el PSOE hizo posible desde el Gobierno
autonómico una comunidad desarrollada, igualitaria, justa, a un tiempo moderna
y fiel a sus tradiciones, referente en iniciativas científicas, todo ello
teniendo que salvar una desventaja secular con respecto a otras tierras de
España y, sobre todo, haciendo posible que tantos y tantos andaluces
emprendedores a los que nunca se tuvo en cuenta pudieran sacar adelante sus
proyectos y crear riqueza. Almería es el mejor ejemplo de todo esto, por lo
extremado del cambio que se ha producido en la provincia: de olvidada entre las
olvidadas a motor económico, de apesadumbrada tierra de emigración a lugar de
acogida, y todo ello gracias al esfuerzo de trabajadores y empresarios, pero
también al apoyo incondicional del Gobierno andaluz, un Gobierno de izquierdas,
progresista, que siempre ha tenido un proyecto claro y abierto para Almería y
para Andalucía en su conjunto.
Austeridad no es sólo una palabra: es la determinación con
que el Gobierno andaluz ha hecho posible ahorrar cuatrocientos millones de
euros en los últimos cuatro presupuestos. Sólo los hechos cuentan. Lo que el
señor Arenas dice que haría en Andalucía no concuerda con lo que su partido
está ya haciendo en otros sitios, y desde luego no nos hace olvidar que la
derecha nunca ha creído en el futuro de nuestra tierra, de ahí que sea tan
evidente la existencia de esa agenda oculta cuyo contenido, sin duda, no
sonaría tan bien como ese mal articulado conjunto de lugares comunes que le ha
hecho llegar a los ciudadanos andaluces.