lunes, 22 de febrero de 2010

Los políticos digitales


Funes 'el memorioso', aquel personaje de Jorge Luis Borges, recordaba absolutamente todo -todas las palabras escuchadas, todas las hojas vistas- y precisamente eso hacía de él un idiota. Lo contaba esta semana en Sevilla el escritor y semiólogo Umberto Eco, en el acto de su investidura como doctor honoris causa por la Facultad de Comunicación sevillana. Umberto Eco comparaba Internet con ese Funes 'el misterioso', y lanzaba su veredicto: sin capacidad de selección no hay conocimiento posible.

En ese cajón de sastre que es Internet conviven personas que van a pecho descubierto con otras enmascaradas; mentiras, verdades y medias verdades están revueltas y uniformadas. Hay quien pudiera pensar que la solución pasa por establecer requisitos de veracidad para poder colgar información en Internet. Sin embargo, Eco está convencido de que imponer criterios de acceso a la Web sólo rebajaría la libertad. La solución no es limitar la información, sino formar a ciudadanos con sentido crítico.

En los últimos tiempos ando pensando mucho en el papel que juega la Red en el mundo actual. El uso de las tecnologías de la era digital ya no es tarea exclusiva de profesionales altamente especializados, sino parte de la vida cotidiana. La llegada de las TIC está transformando incluso nuestros hábitos de lectura y escritura. 

Lo comentaba la pasada semana durante la inauguración de las I Jornadas de Municipios Socialistas en la Era Digital. En ellas, estuvimos debatiendo cómo debe ser nuestra presencia en el entorno 2.0, pero sobre todo pusimos en común muchas ideas sobre el papel que deben jugar las redes sociales en este nuevo escenario social y, por ende, político. 

Sin que nos demos cuenta, Internet se ha ido instalando entre nosotros y hoy es protagonista de muchas de las herramientas que utilizamos en el hogar, en el trabajo, en nuestras relaciones sociales o en las gestiones con administraciones y empresas. 

Pero antes de todo eso está la cuestión de quiénes tienen acceso a la red. Para que la revolución digital deje de ser sólo una promesa es necesario democratizar el acceso a las nuevas tecnologías. Y acto seguido, también hay que democratizar el acceso al conocimiento necesario para usarlas -y ahí están proyectos como la Escuela 2.0 de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía o la red de Centros Guadalinfo. Cuando lo hayamos logrado, entonces estaremos preparados para aprender a usarlas bien: es el sentido crítico del que hablaba Umberto Eco.

Pero al tiempo que pensamos en cómo utilizar las nuevas tecnologías para fomentar la igualdad, los políticos no debemos perder de vista el propio uso que hacemos de Internet. Antes, los interlocutores de los políticos eran las asociaciones ciudadanas. Con la irrupción de la 2.0, son los individuos -sin ningún grupo organizado que los ampare ni los dirija-, los que preguntan, los que reivindican, los que crean sus propias redes y las disuelven cuando quieren.

En este nuevo terreno de juego, es esencial que los políticos asumamos un papel activo, y respondamos a la ciudadanía en el mismo lenguaje. En las redes sociales, la información compartida vale más que la que se oculta. La autoridad no se obtiene con un cargo, sino con méritos. No hay decisiones verticales, sino horizontales. Si tenemos en cuenta estos tres principios, la clase política podrá seguir avanzando al mismo ritmo que el resto de la sociedad, y estará preparada para utilizar los avances tecnológicos en beneficio de todos.

INVITACIÓN AL ACUERDO

La pasada semana, el presidente Rodríguez Zapatero ofreció un gran pacto en materia económica a todas las fuerzas políticas, centrado en cuatro puntos concretos: mejora de la competitividad y fomento de la creación de empleo, renovación del modelo productivo, reducción del déficit público mediante el cumplimiento del Plan de consolidación fiscal y reforma del sistema financiero para facilitar el acceso al crédito. No era la primera vez que el presidente del Gobierno planteaba la necesidad de sumar esfuerzos, fundamentalmente porque no otra cosa esperan los ciudadanos en situaciones de especial dificultad, pero en esta ocasión estableció un margen razonable de dos meses para alcanzar acuerdos con el fin de poner en marcha las reformas antes de que finalice el primer semestre de este año. 

En el marco del debate sobre medidas económicas, el presidente Zapatero insistió  en que, sin duda alguna, los datos más preocupantes son los que se refieren a las tasas de desempleo, detrás de las cuales están, sobre todo, la alta temporalidad y el brusco ajuste del sector de la construcción, y al déficit público, cuyo incremento se ha debido a la inversión pública que ha sido necesario llevar a cabo para contener los efectos de la crisis y preservar la cohesión social. Pero también subrayó Zapatero el hecho constatado de que el descenso de la economía española ha sido menor que el de la media de la Unión Europea y el de países como Alemania, Reino Unido o Italia, y que nuestra deuda pública es inferior a la media europea y a la de la mayoría de los países de la Unión. Es decir: hay dificultades, pero hay también fortaleza para afrontarlas, análisis que puede ser compartido más allá de las diferencias ideológicas. España es, en definitiva, un país más que solvente, cuya realidad puede y debe generar confianza. 

Pero he ahí  un principio, el de la confianza, por el que no está dispuesto a apostar el PP. No hablo de una confianza en el Gobierno socialista, que no existía ni siquiera en los momentos en que, gracias a una buena gestión económica, las cuentas públicas españolas alcanzaron un histórico superávit, sino una confianza en nuestro país, en las posibilidades de España. Al ofrecimiento de acuerdos, el líder de la oposición respondió con una insólita propuesta: que el partido que sostiene al Gobierno, el PSOE, sea quien poco más o menos lleve a cabo esa moción de censura que él no se atreve a plantear. Dice Rajoy, con argumentos de Perogrullo, que si tuviera los votos la plantearía él, olvidándose de que no son los votos por sí solos los que ayudan a sacar adelante una iniciativa parlamentaria como ésta, sino las propuestas alternativas concretas que sean capaces de aunar los votos suficientes, esas propuestas que el PP ni tiene ni parece capaz siquiera de inventarse. Y es que el censurado ya por la mayoría de los ciudadanos y la totalidad de los grupos con representación parlamentaria es el propio PP. 

También en Andalucía tuvo lugar la semana pasada un debate sobre la situación económica, y también su desarrollo enfrentó las iniciativas concretas de unos a la fría estrategia electoral de otros: el presidente Griñán anunció diez medidas tributarias para reactivar la economía, doce proyectos vinculados a la futura Ley de Economía Sostenible y otros tres sobre empleo juvenil, apoyo a la construcción y nuevas vías de liquidez para empresas, éstos últimos de inmediata aplicación. La derecha, atrapada en las telarañas del pasado y el alarmismo, tiró de viejas recetas: nada. Ni puntos de encuentro, ni pactos, ni arrimar el hombro, ni diálogo, ni ideas nuevas, ni soluciones, ni un mínimo de seriedad política en los análisis o de contención en los gestos que se hacen a la galería. Es difícil imaginar una utilidad pública más escasa aún que ésta que exhibe sin rubor el PP. En cualquier caso, el ofrecimiento de alcanzar acuerdos está ahí, porque la ocasión invita a acercar posturas, no a subrayar las diferencias.

lunes, 15 de febrero de 2010

En la buena dirección

La actividad parlamentaria se retoma y continúa centrada en dar respuesta a la situación económica que atraviesa España y especialmente a los ciudadanos y ciudadanas que más padecen sus consecuencias. 

Estos primeros días del nuevo curso político han arrancado con el anuncio por parte del Presidente del Gobierno de la ampliación durante seis meses más de la ayuda de 426 euros a los parados que han agotado sus prestaciones. Echando la vista atrás, recordamos esta ayuda extraordinaria, pero además el Gobierno socialista ha puesto en marcha otras muchas medidas durante esta legislatura para combatir la crisis y crear empleo, para renovar el modelo de crecimiento económico, y para mantener y ampliar la protección social. 

El Gobierno socialista ha estado desde el primer momento trabajando para frenar el incremento del paro y para dar la cobertura de una prestación a quienes se les acaba. Y junto a las medidas urgentes para atender las necesidades más inmediatas el Ejecutivo ha ido poniendo en marcha otras para renovar el modelo de crecimiento económico.  Así, en estos momentos, en mitad de la legislatura, ya hay definida una hoja de ruta que es la Estrategia de Economía Sostenible, que busca hacer que nuestro país sea más competitivo dedicando más esfuerzo a los aspectos en los que nos hemos mostrado más débiles y que serán determinantes para el futuro de cualquier economía en el siglo XXI. 

Todo este esfuerzo para mejorar nuestra economía no se ha saldado a cuenta de las prestaciones sociales, el Gobierno socialista se ha comprometido y ha cumplido en no reducir ni una sola de las prestaciones sociales y ni de las políticas sociales, que además se han potenciado para mejorar la cohesión social. 

Y cuando la principal preocupación de los españoles es el empleo, algo que lleva ocurriendo ya meses, la obligación del Gobierno de España es plantear de forma consensuada con empresarios y sindicatos un acuerdo que reforme el mercado de trabajo y que le ayude a crecer. Este trabajo viene realizándose desde hace muchos meses, con esfuerzo y paciencia, por parte del Gobierno y los agentes económicos y sindicales. No ha sido hasta ahora cuando se han empezado a alcanzar ciertos acuerdos en este sentido. Esperamos que esta vez sí puedan cerrarse, y se logre el compromiso de todos en alcanzar objetivos como incentivar el empleo juvenil y la contratación indefinida, por ejemplo, algo que se plantea en el documento de trabajo que el Gobierno ha propuesto a empresarios y sindicatos. 

Además durante la actual legislatura se han instaurado ayudas para la conciliación de la vida familiar y laboral, como la educación infantil de 0 a 3 años, ayudas para fomentar la natalidad como la prestación por nacimiento de 2.500 euros, ayudas para que los jóvenes como la Renta de Emancipación. 

El Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero tiene claramente trazado el camino que quiere para España, es un camino que ha potenciado las prestaciones sociales desde la pasada legislatura y que se mantiene firme, y también es un recorrido en el que las necesidades de los ciudadanos y ciudadanas, marcados por la crisis económica, también han llevado al Ejecutivo a tomar medidas que ayuden a superar las dificultades a quienes más las padecen.  

Nadie puede reprochar al Gobierno que no ha actuado con rapidez ante los problemas económicos y sus repercusiones en el día a día de los ciudadanos y ciudadanas. El Gobierno socialista ha asumido siempre con responsabilidad los problemas económicos que han azotado a los ciudadanos y ciudadanas de España y en esa línea va a continuar.

UNA OPOSICIÓN INCONSISTENTE

Que el Partido Popular está instalado en la pura estrategia política, al margen de los problemas que la crisis económica está provocando en los ciudadanos y atento sólo a sus propios intereses electorales, es una realidad que no ha pasado inadvertida ni siquiera a los analistas más conservadores. Sin embargo, se equivoca el PP al creer que toda la atención de los ciudadanos está puesta únicamente en el Gobierno; se equivoca al sumarse a la crítica desde fuera del escenario, como mero espectador estridente; se equivoca, y así lo recogen las encuestas de opinión, porque en una situación tan difícil como la que atravesamos también analizan los ciudadanos cuáles son las soluciones que proponen quienes se proclaman alternativa.  

Es fácil de entender que durante una crisis económica y financiera, que pasa por ser la más grave de los últimos ochenta años, los gobernantes vean reducidos sus índices de aprobación popular. Lo está experimentando el presidente Zapatero, pero también Sarkozy, Gordon Brown o el propio Obama, por poner tres ejemplos. Lo ilógico es que también empeore la opinión que merece el líder de la oposición, y eso es lo que sucede en el caso de Mariano Rajoy. La absoluta inconsistencia política del PP, su falta de propuestas, esa manera taimada de estar a la espera de que la crisis desgaste al Gobierno, su negativa a sumarse a los esfuerzos que están llevando a cabo empresarios, sindicatos y otros partidos para alcanzar acuerdos, su completa carencia de sentido de Estado cuando hay que defender los intereses del país, su empeño insano en no colaborar en la mejora la situación para tratar así de beneficiarse de ella en las urnas, todo eso que hoy define al PP es examinado por los ciudadanos, de ahí que la valoración que estos hacen de Rajoy siga estando por debajo de la que hacen del presidente del Gobierno. 

En realidad, poco tienen que decir: sus recetas económicas siguen siendo, que se sepa, las mismas que han provocado la debacle financiera internacional, es decir, un neoliberalismo basado en la especulación, la falta de control de los mercados y la escasa inversión en gastos sociales. En Andalucía, por ejemplo, el líder de la derecha sigue repitiendo el mismo discurso y los mismos gestos que ya fueron rechazados por los andaluces cuando perdió sus primeras elecciones autonómicas como candidato a presidir la Junta, hace ya la friolera de dieciséis años, pero no deja de sacar pecho cada vez que una encuesta vuelve a darle como vencedor. Y en el Congreso de los Diputados, la semana pasada un parlamentario “popular” se acogió por todo argumento a un “váyanse” que remite a aquel rancio acoso y derribo que acabó aupando al poder a quien luego no ha dejado de desacreditar a su país en todos los foros internacionales a los que es invitado. 

El señor Rajoy ha perdido una ocasión de oro, estas últimas semanas, para salir en defensa del sistema financiero español, uno de los más sólidos y fuertes de todos los países desarrollados. Lejos de hacerlo, ha censurado a quienes han querido generar confianza en España, sin pararse a pensar en todo lo que está en juego más allá de unas elecciones que, en cualquier caso, no se celebrarán hasta el año 2012. Para entonces, la coyuntura económica será más favorable y el número de desempleados se habrá reducido, y se equivoca el PP si cree que los ciudadanos no serán capaces de diferenciar entre quienes pusieron todo su empeño en salir de la crisis y quienes pretendieron valerse de ella con fines políticos.

lunes, 8 de febrero de 2010

AÑO VALENTE

El 18 de julio del año 2000 moría en Ginebra el poeta José Ángel Valente, estrechamente vinculado a Almería desde que en 1986 quedara deslumbrado por los paisajes de nuestra provincia, y más concretamente por los espacios del Parque Natural Cabo de Gata, “reserva inapreciable de belleza”, escribió, “paraje que invita a la quietud del ánimo”. Lejos de haber ido cayendo en el olvido con el paso de los años, como tantas veces ocurre con artistas y escritores que en vida gozaron de amplio reconocimiento, la obra y la figura de Valente han crecido en esta década hasta convertirse en una de las voces en lengua española más importantes del siglo XX. Por eso mismo, y porque hizo suya esta tierra, el Instituto de Estudios Almerienses y el Centro Andaluz de las Letras han programado una dilatada serie de actividades que, bajo el nombre genérico de “Desde la experiencia celeste”, se extenderá a lo largo de todo el 2010. 

Tal vez una de las razones de su pervivencia se encuentre en el hecho de haberse acogido a la inmortalidad de la palabra. “La palabra poética”, afirmó meses antes de su desaparición física, “es una palabra abierta por la que tú desciendes a las infinitas capas de la memoria”. Fue la suya una mirada honda sobre las cosas, enriquecida por una fecunda formación en muchas materias, de ahí que sus versos despierten con cada lectura y vibren dentro de uno más allá del silencio de una página. De un lado está el significado último, a veces huidizo; de otro, esa intuición que es  estimulada por el sonido de una palabra escrita, elegida por el poeta entre todas las palabras posibles. No en vano, Juan Goytisolo, otro almeriense de adopción, dijo de él que “ningún poeta español de posguerra llegó más lejos en la exploración de los límites del lenguaje”. 

En un lugar muy destacado de la cultura de nuestra tierra quedan para siempre los trabajos conjuntos de Valente con el recientemente fallecido Manuel Falces, una mirada compartida en la que se tejen la luz y la sombra, el espacio íntimo y el espacio abierto, fotografía y palabra. Quien se definió a sí mismo como “un pájaro solitario”, como un “nadador contra corriente” –ambas condiciones ratificadas por la crítica, pues parece difícil, si no imposible, inscribirlo dentro de un movimiento poético que no sea el suyo propio-, encontró en Falces un ocasional compañero de viaje. 

Sin duda no faltará  la oportunidad para hacer presente también a nuestro fotógrafo en este “año Valente” organizado por el IEA y el CAL, a cuya celebración acudirán, entre otros, Antonio Gamoneda, Andrés Sánchez Robayna, Francisco Calvo Serraller, Aurora Luque o Fernando García Lara. La presentación de este ciclo de conferencias y encuentros fue ocasión propicia, además, para recordar que la Junta de Andalucía ha aportado, a través del Plan Proteja, más de trescientos cincuenta mil euros para la rehabilitación y puesta en valor de la casa del poeta en Almería. Ambas iniciativas, el homenaje literario y la recuperación de su magnífica casa como punto de encuentro y de creación, evidencian que Almería quiere conservar intactos los vínculos con quien eligió nuestra tierra para vivir con la misma exactitud y sentimiento con que hallaba una palabra entre todas las palabras posibles y acaso era también hallado por cada una de ellas.

Nosotros si cumplimos

El mes de marzo de 2009, fue un mes histórico porque se cerró el proceso de cuantificación de la "deuda histórica" por una cantidad de 1.204 millones de euros que le correspondían por pleno derecho a Andalucía. La Comisión bilateral de Cooperación Junta de Andalucía- Estado acordó cerrar en esa la cifra de la Disposición Adicional Segunda de Estatuto de Autonomía, conocida comúnmente como "deuda histórica". 

Con este acuerdo se culminaba un proceso iniciado en 1995 con el Gobierno Socialista de Felipe González y que va a terminar con el Gobierno Socialista de José Luis Rodriguez Zapatero. Solo el PSOE ha manifestado una apuesta clara por dar a los andaluces y a las andaluzas lo que les corresponde.
La Junta de Andalucía durante todos estos años no ha dejado de invertir en todas las obras programadas en centros de salud, en hospitales, en materia de educación...Si hubiéramos tenido que esperar a mejorar la sanidad o la educación cuando el Partido Popular nos pagara, no habríamos podido hacer nada. 

Desde el PSOE hemos reivindicado lo que era nuestro por derecho sin mirar el color político del Gobierno central, sólo pensando en el interés de nuestros ciudadanos porque esa es nuestra única prioridad. 

Fue en 1996 cuando Felipe González consiguió dar un anticipo a cuenta de 120,2 millones a la comunidad por este concepto. Y, ya con Rodríguez Zapatero en el poder el Gobierno central acordó adelantar otros 300 millones, en total unos 420 millones de euros abonados a día de hoy, el pago restante será saldado mediante terrenos en las respectivas provincias. 

En Almería, es una reivindicación que viene de lejos de los años 70 y que ya la pedía el entonces presidente socialista de la Diputación Provincial de Almería, Antonio Maresca.

Mientras en los años de Gobierno de José María Aznar, no tan solo, no se dio ni un euro a nuestra comunidad autónoma sino que se negó en rotundo a pagar un derecho que era y es de todos los andaluces. Por eso nos parece una paradoja que se quiera llevar a los tribunales a quien ha liquidado la "deuda histórica" y ha luchado por los intereses andaluces, y no se lleve a quien no ha dado ni un céntimo por solventarla. 

El PP no se puede dedicar a ir dando lecciones de moralidad y de buen hacer, puesto que, en ningún momento ha hecho nada sino poner dificultades en el camino y entorpecer el trabajo a lo largo de esto años. 

Todo lo que se ha conseguido es fruto del esfuerzo y de la voluntad política del Gobierno, tanto central como autonómico cuyas metas no son otras que solucionar los problemas de los ciudadanos. 

Con lo que respecta a lo queda por pagar de la "deuda histórica" se hará mediante la cesión suelos que previamente han sido pedidos por la Junta de Andalucía. 

De los solares cedidos en el conjunto de la Comunidad Autónoma, el mayor porcentaje corresponde a la provincia de Almería que dispondrá de terrenos en el Toyo, una zona que Almería viene reclamando desde el año 1979. Esta zona, sin duda, constituirá la parte de crecimiento de Almería, enriqueciéndose con las zonas de ocio de gran valor que allí se van a construir, como es la escuela de golf. El Toyo constituye una zona de gran valor estratégico para la provincia.

Los socialistas estamos tranquilos porque sabemos que el Gobierno central, cuando llegue la fecha límite del 20 de marzo, volverá a cumplir con los ciudadanos al igual que finalmente se cumple con nuestro estatuto y la Junta de Andalucía seguirá con su labor de seguir reivindicando lo que es de los andaluces.

lunes, 1 de febrero de 2010

El crédito no puede paralizar el acceso a una vivienda

La vivienda se ha convertido en una necesidad social de difícil acceso para muchos ciudadanos y ciudadanas. La subida desmedida del precio del suelo y de las viviendas durante años ha llevado a que una amplia parte de la población no pueda acceder a una vivienda en propiedad o en alquiler. Los Gobiernos Socialistas de España y de Andalucía han sido conscientes de esta creciente demanda social y de las dificultades de acceso a la vivienda para la población, en las condiciones que se ofrecen en el mercado libre.

Para dar respuesta a esta demanda, los Gobierno Socialistas pusieron en marcha diferentes programas encaminadas a ofrecer mejores condiciones de acceso a la vivienda. Con estas iniciativas se ha podido facilitar vivienda a muchos ciudadanos. Estas medidas se han ido ampliando e intensificando, sin embargo la población se topa con la negativa de muchas entidades bancarias a la concesión de crédito.

Muchas de esas entidades se comprometieron con la Junta de Andalucía y con los andaluces a facilitar el crédito para el acceso a una vivienda firmando el Pacto andaluz por la Vivienda 2008-2012.

La Junta de Andalucía, ante el incumplimiento este Pacto por las entidades bancarias, ha tenido que hacerles numerosos llamamientos. Las últimas de estas llamadas de atención la ha realizado el consejero de Vivienda y Ordenación del Territorio de la Junta, Juan Espadas, siendo mucho más contundente: ha invita a la banca a dar crédito o salir de este Pacto.

Si a partir de junio determinadas entidades financieras que firmaron hace dos años el Pacto andaluz por la Vivienda no lo cumplen, tendrán que abandonarlo.  Más de una treintena de bancos y cajas se comprometieron con la Junta de Andalucía y con los ciudadanos a poner en circulación 9.500 millones para facilitar el acceso a la vivienda, pero el dinero no llega a muchas familias. El pasado mes de noviembre la mitad de las cerca de 30.000 viviendas protegidas ya calificadas en Andalucía estaban paralizadas por falta de financiación.

El actual Plan Andaluz de Vivienda y Suelo de la Junta prevé levantar 132.000 VPO en Andalucía hasta 2012. Para lograr estas cifras hace falta movilizar 12.000 millones de euros y 7.000 de ellos dependen de que el crédito fluya con normalidad.

Esta semana conocíamos una encuesta de la Fundación Adecco que revelaba que el 66,7% de los andaluces desconoce el significado de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Los hechos nos demuestran que muchas entidades financieras también lo desconocen, eso es lo realmente preocupante.

Las entidades bancarias son empresas con fines lucrativos, no son ONGs, pero también han de servir a la sociedad con productos útiles y en condiciones justas. Ese fue el compromiso que adoptaron al rubricar el Pacto Andaluz por la Vivienda, que iban a remar en la misma dirección que el Gobierno socialista para facilitar el acceso a la vivienda a ciudadanos y ciudadanas que tienen dificultades para tenerlo fuera de este Pacto. 

Los bancos y cajas que firmaron el Pacto Andaluz por la Vivienda han de poner sus cartas sobre la mesa y lanzar un mensaje claro a los ciudadanos y ciudadanas.

HAITÍ: UN TEMBLOR DE POBREZA

Las causas por las cuales se produce un terremoto están estudiadas y definidas por la geología, pero las causas de la devastación que puede llegar a provocar se explican a través de la renta per cápita del país que lo sufre. Quedará como dato histórico, por ejemplo, que el terremoto de Haití del 12 de enero de 2010 ocasionó decenas de miles de muertos –jamás se sabrá cuántos, exactamente- cuando en realidad tan abrumador coste en vidas humanas se debe a la precariedad de las viviendas, a la pobreza, a la fragilidad de su Gobierno y a la indiferencia internacional, no tras la catástrofe que ahora le ha proporcionado a Haití un espacio en los informativos de todo el mundo, sino anterior, una indiferencia ya antigua frente a los doscientos años de sufrimiento que viene padeciendo. 
 
Muy pobre ha de ser un país para que, tras un seísmo que en cualquier otro lugar apenas hubiera dejado daños realmente graves, pueda decirse que prácticamente ha desaparecido. Se ha escrito que Haití ya no existe, y es una forma escueta de explicar lo que para un occidental es imposible de imaginar, salvo que lo haya experimentado en otro país muy distinto del suyo. El caos absoluto, tan absoluto que no ha permitido hasta ahora, o hasta hace muy poco, un reparto eficaz de la ayuda humanitaria; el pánico, el dolor, la violencia. Haití es un país armado hasta los dientes, y ahora también un país de escombros y de niños huérfanos y perdidos vagando entre las ruinas, de autoridades sin autoridad, de instituciones tan inestables como las edificaciones que se han venido abajo. Por si fuera poco, Haití sufre desde hace años una progresiva catástrofe medioambiental que proyecta su falta de esperanza al futuro: deforestación, erosión de sus suelos, falta de agua, pérdida de biodiversidad, explosión demográfica...  

Los desastres naturales no eligen a los pobres para cebarse en ellos, sino que es la misma pobreza la que vuelve vulnerables a los pueblos frente a los desastres naturales. Por eso la ayuda internacional con Haití no debe limitarse a los demoledores efectos de este terremoto, sino que ha de ir más allá. También cada uno de nosotros debemos concienciarnos de que en los países menos favorecidos siempre hay razones para conmovernos, aparezcan o no en la televisión y en los periódicos. España lleva siete años comprometida en la misión liderada por las Naciones Unidas para favorecer la estabilidad política en este país antillano. Haití estaba ya en el mismo corazón de nuestras prioridades de cooperación internacional antes del terremoto, y la reacción solidaria cuando se produjo no se hizo esperar: policías, guardias civiles, alimentos, medicinas, militares, personal sanitario. Un apoyo que no desaparecerá cuando lo hagan los focos de las cámaras. 

A diferencia de los huracanes, los terremotos no tienen su propio nombre, toman el del lugar que devastan. No se anuncian, no van aproximándose día a día, no hay forma de prevenirlos. Sólo construyendo sólidamente es posible oponer resistencia a un temblor de tierra, pero esto es algo que los países escasamente desarrollados no pueden permitirse. Por eso, y por muchas otras razones, la ayuda al desarrollo ha de figurar con letras mayúsculas en la agenda de los países ricos, y ése es uno de los principales objetivos que se ha marcado España de cara a la presidencia de turno de la UE. Nuestras contribuciones personales nos dignifican como seres humanos, pero son los gobiernos de los países fuertes los que han de procurar solidariamente el fortalecimiento de los países débiles.