lunes, 8 de febrero de 2010

AÑO VALENTE

El 18 de julio del año 2000 moría en Ginebra el poeta José Ángel Valente, estrechamente vinculado a Almería desde que en 1986 quedara deslumbrado por los paisajes de nuestra provincia, y más concretamente por los espacios del Parque Natural Cabo de Gata, “reserva inapreciable de belleza”, escribió, “paraje que invita a la quietud del ánimo”. Lejos de haber ido cayendo en el olvido con el paso de los años, como tantas veces ocurre con artistas y escritores que en vida gozaron de amplio reconocimiento, la obra y la figura de Valente han crecido en esta década hasta convertirse en una de las voces en lengua española más importantes del siglo XX. Por eso mismo, y porque hizo suya esta tierra, el Instituto de Estudios Almerienses y el Centro Andaluz de las Letras han programado una dilatada serie de actividades que, bajo el nombre genérico de “Desde la experiencia celeste”, se extenderá a lo largo de todo el 2010. 

Tal vez una de las razones de su pervivencia se encuentre en el hecho de haberse acogido a la inmortalidad de la palabra. “La palabra poética”, afirmó meses antes de su desaparición física, “es una palabra abierta por la que tú desciendes a las infinitas capas de la memoria”. Fue la suya una mirada honda sobre las cosas, enriquecida por una fecunda formación en muchas materias, de ahí que sus versos despierten con cada lectura y vibren dentro de uno más allá del silencio de una página. De un lado está el significado último, a veces huidizo; de otro, esa intuición que es  estimulada por el sonido de una palabra escrita, elegida por el poeta entre todas las palabras posibles. No en vano, Juan Goytisolo, otro almeriense de adopción, dijo de él que “ningún poeta español de posguerra llegó más lejos en la exploración de los límites del lenguaje”. 

En un lugar muy destacado de la cultura de nuestra tierra quedan para siempre los trabajos conjuntos de Valente con el recientemente fallecido Manuel Falces, una mirada compartida en la que se tejen la luz y la sombra, el espacio íntimo y el espacio abierto, fotografía y palabra. Quien se definió a sí mismo como “un pájaro solitario”, como un “nadador contra corriente” –ambas condiciones ratificadas por la crítica, pues parece difícil, si no imposible, inscribirlo dentro de un movimiento poético que no sea el suyo propio-, encontró en Falces un ocasional compañero de viaje. 

Sin duda no faltará  la oportunidad para hacer presente también a nuestro fotógrafo en este “año Valente” organizado por el IEA y el CAL, a cuya celebración acudirán, entre otros, Antonio Gamoneda, Andrés Sánchez Robayna, Francisco Calvo Serraller, Aurora Luque o Fernando García Lara. La presentación de este ciclo de conferencias y encuentros fue ocasión propicia, además, para recordar que la Junta de Andalucía ha aportado, a través del Plan Proteja, más de trescientos cincuenta mil euros para la rehabilitación y puesta en valor de la casa del poeta en Almería. Ambas iniciativas, el homenaje literario y la recuperación de su magnífica casa como punto de encuentro y de creación, evidencian que Almería quiere conservar intactos los vínculos con quien eligió nuestra tierra para vivir con la misma exactitud y sentimiento con que hallaba una palabra entre todas las palabras posibles y acaso era también hallado por cada una de ellas.

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