lunes, 6 de junio de 2011

No al boicot a nuestra agricultura

La agricultura de Almería ha tenido que enfrentarse a diferentes campañas para desacreditarla en los medios de comunicación de países que constituyen nuestros principales mercados de exportación dentro de la UE.

Entre los asuntos en los que se han cebado estos medios se encuentran las condiciones laborales de los trabajadores inmigrantes del campo, que han sido tachadas pocos menos que de explotación laboral, sin estar contratados legalmente, cobrando sueldos por debajo de lo habitual y sin disponer de una vivienda digna, según señalaban. 

Otro de los aspectos en los medios extranjeros que se ha cuestionado de nuestra producción hortofrutícola ha sido su salubridad, por el uso de productos fitosanitarios ilegales cuando el sistema de alerta sanitaria ha funcionado siempre bien detectando e impidiendo que llegara al mercado alguna partida que, de forma excepcional frente al inmenso volumen de la producción de nuestra provincia, ha contenido este tipo de sustancias.

Y en estas últimas semanas nuestro campo ha padecido las acusaciones injustificadas del Gobierno alemán de ser el responsable de la puesta en el mercado germano de productos contaminados con una bacteria que se ha cobrado ya más de una quincena de víctimas mortales.

Esta acusación es, sin duda, la más grave de las que nuestro campo ha tenido que encarar. La pérdida de vidas humanas por el consumo de productos contaminados es un asunto de suma gravedad, más aún teniendo en cuenta que hay además más de 300 personas afectadas por dicho consumo. 

Es lógico que una administración pública quiera tomar medidas para frenar en seco la contaminación de más personas con esta bacteria, pero la forma en que el Gobierno alemán ha actuado, señalando culpables sin pruebas y cerrando sus mercados a las producciones hortofrutícolas españolas no tiene ningún sentido.

Hubiera sido suficiente, simplemente, con que el Gobierno germano advirtiera y concienciara a sus compatriotas de que las frutas y hortalizas que van consumir, para evitar riesgos, deben previamente estar cocinadas o bien deben ser desinfectadas con lejía.

La primera reacción del Gobierno alemán ha sido desacertada, irresponsable, insolidaria e ilegal y tendrá que responder de la misma ante la UE, esa es la exigencia que ya ha expresado el Gobierno de España. Quizá incluso tenga que hacerse responsable de su actuación en los tribunales, ya que se ha anunciado por parte de los productores españoles que llevarán el asunto ante la Justicia y el propio Ejecutivo se lo esté también planteando.

Los productores de frutas y hortalizas almerienses, junto a los Gobiernos de Andalucía y de España, exigen que se restituya el daño económico ocasionado con la irresponsabilidad del Gobierno alemán. No sólo están aún por calcularse las pérdidas millonarias que han supuesto las acusaciones y el cierre de fronteras de Alemania a nuestros productos, también hay que calcular la pérdida de jornales de trabajo en la recogida y la manufactura de nuestros productos, así como del sector del transporte. Además, el daño en la imagen de nuestra agricultura ha sido ingente y costará años su recuperación.

Un país como Alemania, que ha dado ejemplo de seriedad y de responsabilidad dentro de la UE, ha actuado en esta crisis del pepino de forma unilateral, saltándose el sistema de alarma y de actuación establecido en el marco comunitario para las alertas sanitarias, por ello esperamos que ahora que ha reconocido ya su error actúe con la seriedad y responsabilidad de la que venía haciendo gala para devolver a nuestra agricultura y a nuestro mercado de trabajo lo que injustamente le ha robado.

CON LA AGRICULTURA ALMERIENSE

La irresponsabilidad y precipitación con que las autoridades alemanas atribuyeron a las hortalizas españolas el origen de un brote infeccioso en su propio territorio, provocando con ello una alarma innecesaria, ha ocasionado un enorme daño económico y de imagen al sector hortofrutícola de Almería; enorme pero -al menos quiero creerlo así- no irreparable. Más allá de las compensaciones que fije la Unión Europea, en defensa de las cuales el Gobierno español peleará con uñas y dientes; más allá de las medidas que se adopten para difundir la realidad de una producción impecable y avanzada como pocas en el mundo y en apoyo de las demandas individuales o colectivas que puedan presentar los agricultores, España exigirá que quienes actuaron con una mezcla de torpeza y malicia, los que han provocado esta agresión comercial sin precedentes en Europa, asuman su responsabilidad y contribuyan de manera clara y decidida al restablecimiento de la confianza en nuestros productos.

Gracias a la determinación y prontitud con que las autoridades españolas actuaron, el Gobierno alemán tuvo que admitir no sólo que los pepinos españoles no eran los causantes del brote de bacteria E.coli, sino que no saben, hasta el momento en que escribo estas líneas, dónde pueda estar la causa. Un gobierno tan poderoso como el alemán dando palos de ciego, precipitándose, despertando falsas sospechas que tal vez han desviado la atención de los científicos que investigan el caso y les ha hecho perder un tiempo muy valioso, para acabar admitiendo que el origen habrá de estar, más que probablemente, en su propio territorio.

Es decir, que es su falta de control sanitario la responsable, no el proceso que con todas las garantías se lleva a cabo en nuestro país y, más concretamente, en nuestra provincia; por algo somos referentes mundiales en innovación, un ejemplo de buenas prácticas agrícolas, modernas, controladas, con plenas garantías en todo el proceso: plantación, recolección, manipulado, envasado y transporte desde origen. Es en la comercialización en el punto de destino, cuando éste está fuera de nuestras fronteras –y en el transporte una vez que los compradores se hacen cargo de la mercancía-, donde la UE tiene que exigir más rigor. Ésta es una ocasión inmejorable para hacerlo, porque, más allá del resultado de las investigaciones, y sin ánimo de actuar con la ligereza con que lo han hecho los alemanes, parece claro que el foco de la infección que ya se ha extendido a Suecia, Dinamarca, Holanda, Austria, República Checa, Francia, Rusia y tal vez España, está dentro de las propias fronteras germanas. También esa responsabilidad habrán de asumir.

¿Por qué ese ataque injustificado e injustificable a España? Probablemente habrá varias razones, y yo apunto una: el Gobierno alemán sabía perfectamente que incluso en un caso de tanta trascendencia para nuestro país, el principal partido de la oposición iba a apartase de nuestro Gobierno tratando de sacar tajada. El PP se suma a todas las causas contra los intereses de España, no importa de dónde procedan ni cuánta malicia las mueva. El PP está dispuesto siempre a ponerse de parte de cualquiera que diga que España está en bancarrota, no paga sus deudas, despilfarra en bienestar o exporta verdura en mal estado, pues su objetivo único e irrenunciable es convencer a los españoles para que le entreguen todo el poder político e institucional, absolutamente todo, un poder omnímodo que abarque municipios, provincias, comunidades autónomas y Estado: todo. Pero, ¿a tan alto precio?

lunes, 30 de mayo de 2011

El mensaje de las urnas

Las urnas han hablado. Su mensaje, quizá cada uno lo interpretamos de forma diferente pero, a buen seguro muchos coincidiremos en señalar las mismas variables que han entrado en juego en el conjunto formado por el resultado electoral del 22-M.

Hemos leído en estos días análisis electorales de diferentes articulistas, algunos de ellos criticando a quienes apuntamos el ingente peso que en el resultado electoral ha tenido la lacra del desempleo. Intentar tapar el sol con un dedo nunca ha sido útil.

Todos los cargos de nuestro partido y todos nuestros candidatos y candidatas somos responsables de los resultados electorales cosechados el pasado domingo, pero eso no impide que también hayan influido otros factores en los mismos de forma determinante.

Es de sentido común que una persona que no tiene cubiertas, o no tiene asegurada la cobertura de sus necesidades básicas de alimentación o de vivienda, ni las de su familia, por carecer de empleo, vote pensando única y desesperadamente en lograr  tener trabajo, antes que pensando en otras mejoras de su bienestar o de su calidad de vida y las de su entorno familiar.

En primer lugar, hay que destacar la subida que se ha producido en cuanto a participación, un elemento que, si bien parece no haber beneficiado en esta ocasión al Partido Socialista, nos alegra en calidad de demócratas. En los días previos a las elecciones, se ha hablado mucho de la salud democrática de este país, por ello saludamos que haya crecido el número de almerienses que han decidido votar en estas elecciones y comprometerse activamente con el gobierno de su pueblo o de su ciudad.

Los resultados que ha obtenido el Partido Socialista en el conjunto de España son muy similares en unas zonas y en otras, aunque por supuesto hay excepciones. Los ciudadanos y ciudadanas han votado más pensando en clave nacional, como pretendía el PP, que en clave local.

En la provincia, hemos perdido votantes, pero desde el PSOE de Almería no nos conformamos con los resultados obtenidos. No estamos satisfechos en absoluto y vamos a trabajar para obtener la confianza de más ciudadanos y ciudadanas.

Es el momento también de hacer un especial esfuerzo para centrar toda nuestra atención en abrirnos más a los ciudadanos y ciudadanas, en escucharlos y en conocer lo que puede ayudarles en su día a día.

Estamos convencidos de que las políticas de la derecha no son la respuesta a los que necesitan los ciudadanos y ciudadanas. Los socialistas de Almería defenderemos, como hasta ahora, los derechos sociales con un proyecto político, como siempre, al servicio de los ciudadanos, defendiendo los pilares del Estado del bienestar.


DESPUÉS DE LAS ELECCIONES

Lejos de buscar matices a la derrota electoral sufrida en las pasadas elecciones municipales y autonómicas, los socialistas hemos asumido que existe un evidente malestar en la sociedad como consecuencia de la crisis económica, malestar que se tradujo en un voto crítico, una abstención crítica y, en definitiva, una clara victoria por parte del principal partido de la oposición, que, no teniendo que afrontar la responsabilidad de combatir los efectos de esta crisis, tampoco ha experimentado desgaste alguno por su negativa a colaborar en ese esfuerzo.

Ya antes de la cita electoral éramos conscientes de los profundos efectos que la dura situación económica por la que atravesamos está teniendo en el ánimo de los ciudadanos. Si algo nos caracteriza a los socialistas es que llevamos a cabo nuestra acción política a pie de calle, pegados a la realidad de los ciudadanos. Por eso sabemos que detrás de las cifras de desempleo hay personas con nombres y apellidos, españoles muy preocupados, pequeños y medianos empresarios que cada noche tratan de ajustar las cuentas, que deciden continuar un mes más o, en el peor de los casos, cerrar su negocio. Son ciudadanos a quienes no hemos sabido trasladarles el porqué de las necesarias reformas que hemos emprendido y cuya confianza hemos perdido.

Y lejos de ensimismarnos en las posibles consecuencias de esta derrota, desde el PSOE queremos seguir centrando nuestro esfuerzo en la situación económica. Las prioridades del Gobierno siguen siendo las mismas: conseguir la recuperación, crear empleo, preservar la cohesión social y los servicios públicos universales, mantener la estabilidad financiera de nuestro país y cambiar el modelo de crecimiento mediante reformas estructurales y una clara apuesta por los emprendedores y la investigación.

El PSOE es un gran partido que tiene hondas y fuertes raíces en la sociedad española, y son muchos los ciudadanos que, temiendo que la derecha pueda llegar a acumular tanto poder como pretende, desean que volvamos a darles motivos para confiar en nosotros en las próximas elecciones. Muy por encima de las decisiones que adoptemos para renovar nuestro proyecto político está el interés de los españoles, los problemas a los que debemos poner solución. Por eso los socialistas vamos a seguir trabajando en cada municipio de acuerdo con la responsabilidad que los electores nos hayan adjudicado, la de gobernar o la de controlar la acción de gobierno, vigilantes siempre ante cualquier tentación que pudiera tener el PP de recortar derechos sociales.

Que el PP haya obtenido una victoria indiscutible en estas últimas elecciones no significa que su modelo de sociedad sea el que España necesita. Esos resultados no hacen menos cierto que allí donde gobiernan se recorta el número de becas de estudio, se tiende a privatizar los servicios sanitarios y la atención a los dependientes no cubre las demandas de los ciudadanos. La derecha que ganó el día 22 de mayo es la misma que en Valencia va a ser investigada por el Tribunal Superior de Justicia de esa comunidad en relación a cuestiones tan graves como son el delito electoral, el cohecho y la prevaricación, es decir, mucho más que dos trajes. Es la misma derecha que en Murcia, a través del director general de Promoción de la Cultura y el Libro, ha llamado “nazis” a los “indignados” de los movimientos del 15-M, “nazis de manual”, “nazis de cojones”.

Desde nuestra responsabilidad de gobierno, en España y en Andalucía, nuestra prioridad sigue siendo la misma, crear empleo; como partido, nuestro objetivo es volver a conectar con los que desean una sociedad más justa y más avanzada.

domingo, 22 de mayo de 2011

LA LIBERTAD DE ELEGIR

Estamos en jornada electoral. Cada cuatro años los españoles ejercitan un derecho recogido en la Constitución Española, derecho que ha posibilitado vertebrar un sistema democrático y libre. 

Éste es posible con el apoyo de los ciudadanos, que son los protagonistas de las elecciones, algo que se tiende a olvidar, lo que va empobreciendo la democracia, creando un sistema endogámico, donde la política se nutre de la política mientras la sociedad discurre dispersa por un sendero diferente. Hay que fomentar el acercamiento de la ciudadanía a la política, no sólo en momentos puntuales sino constantemente.

Los ciudadanos tienen que sentirse parte activa de las elecciones, puesto que es uno de los pilares en los que se basa la democracia. Es importante alentar la participación ciudadana, dándole a ésta la relevancia que tiene. Son muchos los ciudadanos que viven unas elecciones como si se tratara de un circo mediático que no les incumbe, entendiéndolo como una jugada política más, y pensando que nada de lo que suceda después de éstas les afecta en absoluto. Esa idea, cada vez más extendida, trae como consecuencia un desánimo general que va minando el sistema democrático que sustenta. 

La educación, académica y familiar, es también una parte destacable de este engranaje político-social, porque con ella es posible hacer comprender lo valioso de la participación en las elecciones para el enriquecimiento y perdurabilidad de la democracia y el ejercicio de las libertades individuales.

No es momento de buscar culpables de ese cambio en la percepción de la política por parte de la sociedad. Algunos apuntarán a los propios políticos. No seré yo quien rebata esa afirmación, pero no hay que olvidar que también nosotros somos ciudadanos que en este día ejercemos libremente nuestro derecho al voto, ciudadanos que queremos solucionar los problemas de nuestra ciudad, de nuestros barrios, y hemos optado por hacerlo desde los órganos de representación ciudadana que son los escaños, cada cual trabajando por un programa en el que cree y con el que solo quiere mejorar su alrededor y el de sus conciudadanos. Pero ese trabajo queda en agua de borrajas cuando no se recibe el respaldo de los compatriotas, aunque estos compartan gran parte de las ideas y expectativas recogidas en sus programas. Por lo dicho, cuesta creer que los políticos estén interesados en fomentar la abstención sino que, más bien, son los primeros interesados en que los ciudadanos se acerquen a las urnas y dejen oír su voz.

Fue Aristóteles quien dijo que el hombre es un animal político; yo añado que la mujer, también. Y si no lo somos, deberíamos serlo para potenciar la democracia y que siga encaminada a salvaguardar los derechos y libertades de los ciudadanos, sin obviar sus responsabilidades.

Por ello hay que instar a los almerienses a que acudan a votar. Es un ejercicio de responsabilidad cívica que en ocasiones se desprecia, pero lo que se olvida es que votar es decidir, ejercer la soberanía que se conquistó con la Transición, es mejorar lo que no nos gusta. La abstención es un indicador de la salud de una democracia; y en nuestro país ésta se encamina a una enfermedad crónica de la que todos somos responsables.

Quiero animar hoy a los ciudadanos a ir a las urnas, dejar oír su voz en un derecho innegable que les permita transformar su realidad para elegir la ciudad que ellos quieran, el barrio que ellos deseen, el pueblo que les guste. Y los políticos trabajaran para hacerlo realidad, con su permiso.

TODOS A VOTAR

Hoy es el día en que los españoles decidimos con nuestro voto, voto que es también una expresión de nuestro estado de ánimo y, sobre todo, de nuestra voluntad de participar, de no quedar al margen. No es difícil entender que tantas personas se sientan enojadas como consecuencia de la situación económica, y que de ese enojo surja, quizá, la tentación de no acudir a votar. No obstante, no es menos cierto hoy que hace treinta años que los cambios sociales se llevan a cabo en función de los deseos expresados mayoritariamente en las urnas, no de los que se expresan al margen de ellas.

La plena madurez democrática que España ha alcanzado no puede traducirse en abstención, es decir, en desinterés hacia lo que es, precisamente, la esencia del sistema: el hecho de que podemos decidir, de que tenemos no sólo ese derecho, sino ese poder, el de elegir a quienes impulsarán un modelo de sociedad u otro, un modelo de ciudad u otro, el que nosotros queramos, el que la suma de nuestros votos decida. Aunque pudiera parecer otra cosa, la indignación que no se expresa en las urnas es silencio y renuncia. En la abstención no cabe interpretar el deseo de una democracia alternativa, aun cuando ése fuera el propósito de quien se abstiene: de la abstención sólo se beneficia la alternativa a la democracia, y, hasta el momento, como alternativa a la democracia sólo se conoce la falta de ella.

El voto también ayuda a perfeccionar la democracia, ése es parte de su poder. Por razones puramente biológicas, a medida que nuestra democracia cumplía años han ido desapareciendo muchos de aquellos españoles que sufrieron la opresión de no tenerla, de no ser escuchados, de no poder elegir a sus representantes políticos. Pero muchos viven aún, son nuestros mayores y saben lo que costó alcanzar el sueño de vivir en libertad. Sin democracia, escribió Octavio Paz, la libertad es una quimera. Los partidos políticos tienen que mejorar su interlocución con los ciudadanos, sin duda, y sobre todo con los movimientos sociales, también con los que surgen espontáneamente, como los que estos días han ocupado las portadas de los periódicos. A todas esas personas, jóvenes desencantados muchos de ellos, hay que decirles que es votando como se cambian las cosas, como se transforma un país o se dibuja la ciudad y el pueblo en que queremos vivir. Si nos abstenemos, serán otros los que decidan por nosotros.

Por eso quiero hacer hoy un llamamiento al voto. Votar al que votamos la última vez o a otro, al que nos ha convencido de que es necesario un cambio o al que nos ha pedido que renovemos nuestra confianza en él, votar desde la indignación o desde la esperanza, votar en libertad, convencidos de que nuestro voto podrá ser sólo uno pero es fundamental, votar para avanzar juntos, para fortalecernos. Votar para decidir.