lunes, 17 de mayo de 2010

UN ESFUERZO DE TODOS

La semana pasada, el presidente del Gobierno tuvo que enfrentarse a uno de los trances más difíciles de su trayectoria política al anunciar una serie de medidas impopulares encaminadas a reducir el déficit público y a cumplir nuestros compromisos europeos. Difícil porque siempre lo es pedir esfuerzos tan considerables a los ciudadanos, pero particularmente porque estas medidas, sin duda duras, pero también equitativas y plenamente justificadas, llegan precisamente cuando los datos indican que la recuperación económica ha comenzado a producirse en el primer trimestre de este año. Ocurre que los intereses de España están muy por encima de cualquier cálculo electoral, o al menos es así como lo entendemos desde el Partido Socialista. 

Las turbulencias en los mercados financieros, que no cesan, los vaivenes bursátiles, los ataques por parte de especuladores sin escrúpulos, han dejado al descubierto, una vez más, la fragilidad del sistema en que se asienta la economía global. Europa, la Europa de la que formamos parte, atraviesa por un momento clave para su futuro, y así quedará registrado en los libros de historia. La Unión Monetaria nunca había conocido una amenaza tan seria, y para su defensa se ha aprobado el llamado Mecanismo Europeo de Estabilización, que supone movilizar nada menos que setecientos cincuenta mil millones de euros: una respuesta rápida, firme, claramente comprometida con el proyecto común por el que hemos apostado y que ha sido determinante para la prosperidad de España. 

Ahora bien, cuando la economía europea se siente amenazada por los especuladores, nuestro país también, y cuando la Unión Europea tiene que tomar medidas extraordinarias, España también debe tomarlas. No hay que olvidar que el Gobierno que ahora pide nuevos esfuerzos a sus conciudadanos para corregir los efectos de la crisis es el mismo que en los años de bonanza volcó todo su empeño en mejorar las condiciones de vida de todos, pero especialmente de los menos favorecidos; ésa ha sido y seguirá siendo la seña de identidad de este Gobierno. Las medidas aprobadas la semana pasada, destinadas a reducir el déficit público, son estrictamente necesarias para reforzar la confianza de los mercados financieros en nuestra economía, para mantener a nuestros inversores y transmitir una imagen de estabilidad; y, en definitiva, y esto es lo más importante, son imprescindibles para preservar nuestro Estado del Bienestar. 

Es muy posible que en ocasión tan comprometida para los intereses de España no todos estén a la altura de las circunstancias. Al PP se le ha pedido por activa y por pasiva que defienda la estabilidad de nuestro sistema financiero, que ayude a generar confianza, que realice un ejercicio de patriotismo y no siembre sospechas infundadas acerca de nuestra economía. Lamentablemente, cuando más responsabilidad cabría esperar del principal partido de la oposición, éste lo que intenta es desviar la atención de los casos de corrupción en que presuntamente está involucrado; de ahí, por ejemplo, que después de haber clamado tantas veces en contra del déficit público ahora se rasguen las vestiduras porque se adoptan medidas para reducirlo.  

Nada puede hacerse para favorecer la sensatez política en quien está empeñado en anteponer sus sed de poder a las necesidades de su país. Pero más allá de unos intereses electorales está el bienestar de nuestra sociedad, y su defensa exige un esfuerzo colectivo.

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