lunes, 7 de diciembre de 2009

BUENOS SÍNTOMAS

Cada vez son más inequívocos en Almería los indicios de una mejoría económica, una mejoría que no será ni repentina ni brusca, como tampoco será  espontánea, pues se debe fundamentalmente a las medidas puestas en marcha por los Gobiernos de España y de Andalucía. Así por ejemplo, la semana pasada conocimos que en noviembre volvió a descender el paro en nuestra provincia, como ya ocurriera en el mes anterior, afianzando la tendencia a la recuperación iniciada en septiembre. Pero no sólo bajó el paro, sino que se creó empleo: en los últimos tres meses se han creado cerca de quince mil nuevos empleos, de los cuales casi la mitad son nuevos afiliados a la Seguridad Social en noviembre.

Otro dato importante que conocíamos también la pasada semana: las ayudas a la compra de vehículos, impulsadas para evitar el hundimiento de la industria, ha hecho posible que las ventas de coches nuevos aumentaran en Almería un 30%. Desde que en mayo el Gobierno central pusiera en marcha el Plan E 2000,  en nuestra provincia no se ha vuelto a bajar de los 700 coches vendidos al mes.

En su conjunto, no son aún cifras con las que podemos darnos por satisfechos. Son sólo eso, indicios, síntomas, motivos para la esperanza. En el gráfico de la economía almeriense, hemos abandonado ya la línea de descenso y remontamos la que conduce nuevamente a la senda del crecimiento.

Y si las medidas de estímulo impulsadas por las administraciones central y autonómica han sido y están siendo determinantes para mantenernos a flote durante la tempestad financiera, el plan de reformas contenidas en la Estrategia de la Economía Sostenible presentada por el presidente Zapatero supondrá el mejor apoyo posible a esa recuperación esbozada ya en los datos, gracias a la profunda renovación del patrón productivo y a la mejora de la competitividad que propone.

La especial vulnerabilidad de España ante la gran crisis internacional venía anunciada por los desequilibrios que a lo largo de quince años de crecimiento interrumpido habían ido acumulándose: crecíamos, sí, pero con una baja productividad, invirtiendo poco en investigación y desarrollo, con un gasto público en educación por debajo de la media europea y un desmesurado peso del sector inmobiliario en el conjunto de la economía. Entre 2004 y 2008, el Gobierno del PSOE comenzó a corregir estas deficiencias, y de pronto se desplomó el mercado financiero mundial.

Han sido meses muy duros, en los que todo el esfuerzo ha estado dirigido a mantener la actividad y a evitar una fractura social. Es tiempo ahora de abordar un conjunto de reformas en todos aquellos ámbitos que puedan ser implicados en la renovación del modelo productivo. Ése es el sentido último de la Estrategia presentada por el presidente Zapatero, y más concretamente de la Ley de Economía Sostenible, eje de un ambicioso proyecto de Estado en el que difícilmente va a encontrar acomodo el mero cálculo electoral de la oposición: esta no es ocasión propicia para desgastar al adversario, sino para construir entre todos un futuro más sólido.

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