El Gobierno ha aprobado esa semana una
reforma laboral que es buena, necesaria y sobre todo muy equilibrada, que va a
abordar los problemas que tiene nuestro mercado laboral y va a situarnos en la
senda del crecimiento.
Uno de los objetivos que esta reforma
pretende es la de ayudar a las empresas a adaptarse al contexto económico de la
crisis que estamos viviendo, para que tengan la capacidad y facilidad de tomar
decisiones, antes de llegar al ultimátum de tener que despedir a
alguien.
Asimismo se pretende contribuir a la
reducción del desempleo e incrementar la productividad de la economía española.
A estos efectos, la reforma se dirige a corregir la dualidad de nuestro mercado
de trabajo, promoviendo la estabilidad en el empleo, e incrementando la
flexibilidad interna de las empresas en la negociación colectiva para que ésta
pueda adaptarse a las circunstancias específicas que atraviese.
Se trata, pues, de establecer que las
condiciones que faciliten la contratación, lo hagan en favor, de la indefinida y
que, para ello, las empresas cuenten con la certeza de poseer instrumentos que
les permitan adaptarse a las circunstancias cambiantes de un mercado
crecientemente competitivo.
Además, el Gobierno va a enviar al
Parlamento esta reforma pidiendo que sea tramitada como Proyecto de Ley, para
consensuarla con los grupos políticos y enriquecerla.
Esta reforma es necesaria porque el
modelo laboral que hay en España, es prácticamente el mismo que hay desde hace
20 años y eso ha hecho que se quede antiguo y que se ineficaz puesto que crea
problemas para los trabajadores, para las empresas y para la economía. No
podíamos seguir con el mismo modelo laboral, ni el mismo modelo productivo
porque la realidad de hoy es muy diferente a la de años atrás.
También nos va a servir para dinamizar
el mercado de trabajo y crear empleos más estables y de mayor calidad mediante
más contratos indefinidos y menos temporales e introduciendo la flexibilidad
necesaria para que las empresas puedan afrontar situaciones de dificultad sin
tener que recurrir al despido o al cierre.
En España nos encontramos con 15
millones de trabajadores con contrato indefinido, casi 4 millones de
trabajadores con contrato temporal y más de 4 millones, en desempleo cuya
expectativa de contratación en la salida de la crisis será, en un 90% de los
casos, es temporal.
Las respuestas que aporta esta reforma
es que una gran parte de esos 4 millones de trabajadores con contrato temporal,
que tiene establecida una indemnización de sólo 8 días por año, pase a tener un
contrato indefinido, con una indemnización de 33 días por año.
Además se ha propuesto que los nuevos
contratos temporales que se hagan, y que ahora tienen una indemnización por
despido de 8 días, aumenten paulatinamente hasta alcanzar una indemnización de
12 días por año, que el uso de los contratos por obra y servicio limiten su
duración y que se extiendan las medidas para evitar el encadenamiento sucesivo
de contratos temporales.
Con ello, las expectativas de
estabilidad en el empleo de los que ahora están en desempleo van a mejorar
sustancialmente respecto a las actuales.
Se trata pues de dar las mayores
facilidades para reducir el empleo precario y convertirlo en empleo indefinido y
estable, sin pérdida de derechos para los trabajadores.
Tenemos que adaptarnos a esa realidad
cambiante, si queremos aprovechar la recuperación para volver a crecer y crear
empleo más estable y si queremos mantener el Estado de Bienestar que tanto nos
ha costado conseguir.
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