lunes, 21 de junio de 2010

OBJETIVO: MÁS Y MEJOR EMPLEO

En el espacio limitado de un artículo de opinión no es posible, obviamente, explicar la reforma laboral aprobada por el Gobierno la pasada semana, fundamentalmente porque se trata de la reforma más importante, la de mayor calado, llevada a cabo en España en los últimos veinte años, lo que determina no su complejidad, como se ha dicho, si no su alcance. Por cierto, que es fácil entender la absoluta necesidad que nuestro país tenía de adaptar el modelo laboral y el modelo productivo a una realidad que es hoy muy distinta a la de hace dos décadas, mucho más cambiante y competitiva. 

Esta limitación de espacio, pues, no permite otra cosa que resaltar las líneas maestras de esta reforma, sus objetivos prioritarios, que no son otros que reducir las tasas de desempleo y mejorar la productividad, estimular la contratación indefinida y situar el despido como la última solución y no la primera, introduciendo la necesaria flexibilidad para que una empresa pueda afrontar situaciones de dificultad optando por otras salidas; en este sentido, nos encontramos con una de las principales novedades, la de favorecer la reducción de jornada como alternativa al despido (el llamado modelo alemán): el trabajador mantiene su empleo y sus ingresos, la empresa paga la parte de la jornada trabajada y el resto se cobra con cargo al desempleo. 

Se habla mucho de la “dualidad” como uno de los grandes problemas del mercado laboral español, concepto que, en definitiva, hace referencia a la alta tasa de precariedad en el empleo. El noventa y dos por ciento de los contratos que se firman mensualmente en España es de duración determinada, siendo ésta una de las principales razones por las cuales el presidente Zapatero ya habló en la primera legislatura de reformar el mercado laboral y por la que hace dos años promovió un diálogo social entre patronal y sindicatos que, lamentablemente, no llegó a cuajar en acuerdo. La reforma aprobada de forma urgente (pero que será tramitada más adelante como proyecto de Ley para buscar un consenso político) supone que lo quince millones de trabajadores con contrato indefinido conservan íntegramente sus derechos, y que son los cuatro millones de temporales y los más de cuatro millones de parados los que ganan en oportunidades, pues se limitará la contratación temporal hasta reducir su utilización únicamente a aquellos casos en que esté justificada por la naturaleza del trabajo. 

Pero como ya he señalado, son muchos los aspectos que desarrolla esta reforma, muchas las novedades y las dudas que, lógicamente, les surgen a trabajadores y empresarios, y muchas también las informaciones intencionadamente erróneas que están siendo divulgadas desde aquellos ámbitos en los que la prioridad no es dinamizar el mercado laboral y salir de la crisis, sino cambiar el Gobierno. Seremos quienes creemos que ésta es la reforma que necesita España los que nos acerquemos a los ciudadanos para explicársela. Mientras, para la prensa europea empieza ya a ser clamoroso el empeño del PP en sacar tajada de esta situación tan difícil: un importante periódico alemán, el Süddeutsche Zetung, aseguraba el pasado miércoles que “el Partido Popular se ha vuelto insoportable por su política de obstrucción, que denota una falta de patriotismo”. 

Lo he escrito otras veces: es en ocasiones tan difíciles como la que atraviesa Europa y, por tanto, también España, donde cada cual queda retratado en su responsabilidad o en su ambición, en su compromiso con los intereses generales o con los propios, en su altura de miras o en su pequeñez moral.

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