En política, una labor de oposición se diferencia de una labor de abordaje en ese principio básico que es la sensatez. Una buena labor de oposición, en lo que tiene de constructiva, resulta siempre provechosa para el conjunto de los ciudadanos y para el país; una labor de asedio y abordaje esta guiada por una dosis tal de irresponsabilidad que antepone a todo lo demás la destrucción implacable del adversario que ocupa el Gobierno de turno, aun a costa de dañar las estructuras del Estado, provocar la desconfianza en nuestro país, alejar a los ciudadanos de la política o incluso dividir a los demócratas en aquello que más sólidamente debería unirnos: la derrota definitiva del terrorismo.
El PP ha puesto en marcha la misma maquinaria implacable de demoler gobiernos que ya utilizó durante el terrible trienio de 1993 a 1996, ayudado por los mismos, con el mismo hambre de poder y la misma falta de escrúpulos en un “todo vale” que, de nuevo, vuelve a aturdir a todo español de bien. Un ejemplo: que ante una ETA prácticamente vencida ya y una izquierda abertzale que ha visto truncada en el Supremo su intención de presentarse a las municipales, el PP haya sacado otra vez la catapulta de cuestionar falazmente la estrategia antiterrorista, y que lo haya hecho además con material de la propia ETA, resulta especialmente despreciable.
Pero quien emprende un ataque ciego y en todos los frentes comete errores. Lo cometió la señora Cospedal –senadora ausente- cuando a boca llena, a sabiendas de que mentía y, por tanto, sin pruebas, acusó a los socialistas castellano-manchegos de espiarla con detectives, y ha acabado ante un juez por ello. Y lo hizo hace muy poco el presidente regional de Murcia cuando desveló, ay, sin darse cuenta, uno de esos secretos bien guardados, una de esas “sorpresa-sorpresa” que la derecha suele reservarse hasta después de haber ganado unas elecciones: el copago sanitario y educativo.. Es decir, que lo españoles paguemos dos veces, dos, por los mismos servicios públicos esenciales: con nuestros impuestos y de manera directa cada vez que pretendamos hacer uso de ellos.
Ya sabemos por qué el señor Rajoy es tan reacio a dar sus soluciones para salir de la crisis: porque su agenda es la misma que le ha costado al Primer Ministro británico, el conservador David Cameron, movilizaciones multitudinarias: trabajar más, cobrar menos y recortar el Estado del Bienestar, obligándonos a pagar –otra vez- al entrar en un colegio o en un hospital.
Naturalmente, ahora que entramos en precampaña de unas elecciones municipales y, para trece comunidades, también autonómicas, los “populares” van a decirles a los ciudadanos, en el calle a calle y pueblo a pueblo, que se olviden de haber oído tal cosa, que se queden con este otro mensaje: la culpa de todo es de Zapatero y de Rubalcaba, que no se presentan ni a alcalde ni a presidente autonómico. Pero, ¿saben lo que les digo? Ése va ser su mayor error, porque en cada localidad se celebran unas lecciones específicas, con el objetivo de solucionar problemas específicos, y tan obsesionados están en su asedio a La Moncloa que no han diseñado propuestas adecuadas para los vecinos de cada municipio. Pues bien, esos vecinos ya saben que la derecha no les garantiza la universalidad de los servicios públicos esenciales. Y con un poco de suerte, sabrán también si es en su municipio donde el PP piensa construir una de esas nuevas centrales nucleares que al parecer van a solucionar el problema energético. ¿O no lo dirán?
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