Esta semana nuevos excarcelados cubanos han llegado a España y han denunciado
hostigamiento a la madre del disidente Orlando Zapata, muerto tras una huelga
de hambre, y consideraron las excarcelaciones un medio del régimen cubano para
aliviar la presión internacional.
Se
elevara ya a 26 el número de opositores cubanos llegados a España desde el
pasado 12 de julio, en el marco del compromiso del Gobierno cubano, tras la
mediación de la Iglesia católica cubana, con el apoyo de España, de excarcelar
en cuatro meses a 52 presos políticos. Estos disidentes en proceso de
liberación son el resto de los 75 opositores condenados a penas de entre 6 y 28
años de cárcel en 2003 durante la llamada "primavera negra".
Por razones históricas que no escapan a
nadie, América Latina ha sido siempre una prioridad estratégica para España,
aunque los ocho años de gobierno del PP supusieron una excepción a esta regla
de política exterior.
La llegada del PSOE al Gobierno de España tras las
elecciones de 2004 supuso la recomposición de nuestras dañadas relaciones con
toda Latinoamérica y también un cambio en la estrategia diplomática con
respecto a Cuba: es evidente que la táctica de bloqueo a la que se sumó el PP
no ha logrado llevar la Democracia a la isla ni ha mejorado en modo alguno la
vida de los cubanos. El PSOE ha apostado
por un diálogo crítico y exigente, entendiendo que éste era el modo más eficaz
de favorecer un proceso de transición democrática. También la UE lo ha hecho, y
el propio Obama dio señales de apertura liberalizando en abril de 2009 la
posibilidad de viajar a la isla y de enviar remesas de dinero y de determinados
productos, todo ello con un mensaje que los socialistas españoles compartimos:
el de apoyar el deseo del pueblo cubano de determinar su propio destino.
En este sentido, la muerte del preso de conciencia Orlando
Zapata y el posterior hostigamiento a su madre suponen pasos atrás en el camino
emprendido y cuestiona la situación de los derechos humanos en Cuba. De nuevo
tenemos todos y todas que pedir la liberación de los presos de conciencia
cubanos y condenar las limitaciones a las libertades públicas –también a la
libertad para disentir- en cualquier parte del mundo.
No existe una única disidencia cubana, hay
también una disidencia socialdemócrata, víctima igualmente de las restricciones
en materia de libertad de conciencia, cuyos activistas siguen defendiendo, pese
a todo la actual disposición al diálogo que mantienen el Gobierno español y la
UE.
Y entre tanto debemos mantener la ayuda a Cuba. La Junta
de Andalucía ha financiado estos tres últimos años veintitrés proyectos de
cooperación directa, ejecutados por la propia Administración autonómica, y
otros doce proyectos de varias ONG. Se ha facilitado, por ejemplo, el
abastecimiento de agua potable a un municipio cubano de veintisiete mil
habitantes y se reconstruyeron cinco mil viviendas en la zona de Pinar del Río,
arrasada por los huracanes Ike y Gustav. Y el Gobierno de España, entre otras
cosas, está haciendo posible la liberación poco a poco de los 75 opositores cubanos
condenados a durante la "primavera negra”. Los cubanos nos necesitan,
vamos a seguir ayudándoles.
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