Estamos en jornada electoral. Cada cuatro
años los españoles ejercitan un derecho recogido en la Constitución Española,
derecho que ha posibilitado vertebrar un sistema democrático y libre.
Éste es posible con el apoyo de los
ciudadanos, que son los protagonistas de las elecciones, algo que se tiende a
olvidar, lo que va empobreciendo la democracia, creando un sistema endogámico, donde
la política se nutre de la política mientras la sociedad discurre dispersa por
un sendero diferente. Hay que fomentar el acercamiento de la ciudadanía a la
política, no sólo en momentos puntuales sino constantemente.
Los ciudadanos tienen que sentirse parte
activa de las elecciones, puesto que es uno de los pilares en los que se basa
la democracia. Es importante alentar la participación ciudadana, dándole a ésta
la relevancia que tiene. Son muchos los ciudadanos que viven unas elecciones como
si se tratara de un circo mediático que no les incumbe, entendiéndolo como una
jugada política más, y pensando que nada de lo que suceda después de éstas les
afecta en absoluto. Esa idea, cada vez más extendida, trae como consecuencia un
desánimo general que va minando el sistema democrático que sustenta.
La educación, académica y familiar, es
también una parte destacable de este engranaje político-social, porque con ella
es posible hacer comprender lo valioso de la participación en las elecciones
para el enriquecimiento y perdurabilidad de la democracia y el ejercicio de las
libertades individuales.
No es momento de buscar culpables de ese
cambio en la percepción de la política por parte de la sociedad. Algunos
apuntarán a los propios políticos. No seré yo quien rebata esa afirmación, pero
no hay que olvidar que también nosotros somos ciudadanos que en este día
ejercemos libremente nuestro derecho al voto, ciudadanos que queremos
solucionar los problemas de nuestra ciudad, de nuestros barrios, y hemos optado
por hacerlo desde los órganos de representación ciudadana que son los escaños,
cada cual trabajando por un programa en el que cree y con el que solo quiere
mejorar su alrededor y el de sus conciudadanos. Pero ese trabajo queda en agua
de borrajas cuando no se recibe el respaldo de los compatriotas, aunque estos
compartan gran parte de las ideas y expectativas recogidas en sus programas.
Por lo dicho, cuesta creer que los políticos estén interesados en fomentar la
abstención sino que, más bien, son los primeros interesados en que los
ciudadanos se acerquen a las urnas y dejen oír su voz.
Fue Aristóteles quien dijo que el hombre es
un animal político; yo añado que la mujer, también. Y si no lo somos,
deberíamos serlo para potenciar la democracia y que siga encaminada a
salvaguardar los derechos y libertades de los ciudadanos, sin obviar sus
responsabilidades.
Por ello hay que instar a los almerienses a
que acudan a votar. Es un ejercicio de responsabilidad cívica que en ocasiones
se desprecia, pero lo que se olvida es que votar es decidir, ejercer la soberanía
que se conquistó con la Transición, es mejorar lo que no nos gusta. La
abstención es un indicador de la salud de una democracia; y en nuestro país ésta
se encamina a una enfermedad crónica de la que todos somos responsables.
Quiero animar hoy a los ciudadanos a ir a
las urnas, dejar oír su voz en un derecho innegable que les permita transformar
su realidad para elegir la ciudad que ellos quieran, el barrio que ellos deseen,
el pueblo que les guste. Y los políticos trabajaran para hacerlo realidad, con su
permiso.
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