El
almeriense Juan Ballesta, que este año ha sido distinguido con la Medalla de
Andalucía, forma parte de esa reconocida estirpe de humoristas gráficos que han
sabido y saben mostrarnos, desde la sátira, ese otro lado de la actualidad
política o social donde la reflexión se viste de caricatura para arrancarnos
una sonrisa. Dicen que dijo Winston Churchill que la imaginación consuela a los
hombres de lo que no pueden ser y el humor los consuela de lo que son, y a ese
impagable desahogo han contribuido gozosamente nombres que son referente del
periodismo por otros derroteros: Mingote, Forges, Chumi Chumez, Martín Morales,
El Roto, Peridis y un largo etcétera en el que está contenida, cómo no –y
permítaseme el juego de palabras-, la certera mirada de Ballesta
Preguntar
cada día a un amigo o a un compañero si ha leído el chiste de tal o cual
humorista en este o aquel periódico es frase repetida. Los resúmenes de prensa
que se hacen desde programas de radio y televisión cada mañana incluyen, con
buen criterio, y tras el repaso de las noticias y de los artículos de opinión
más destacados, una descripción divertida del chiste que más agudamente haya
retratado esa actitud, esa declaración, ese gesto que los redactores nos han
contado de otra manera en las columnas a las que la viñeta sirve de ventana
abierta. Y es que, en efecto, hay páginas en la prensa escrita que tienen la
fortuna de contar con inmejorables vistas al humor.
Pero
Juan Ballesta, nacido en 1935, es un artista polifacético cuya firma no sólo ha
aparecido al pie de sus chistes gráficos, sino también en acuarelas, cómics e
ilustraciones de libros infantiles. Quien se haya preguntado alguna vez qué se
necesita para ser dibujante en un periódico, léase cualquier semblanza
biográfica de Ballesta: tras iniciar allá por los cincuenta su andadura gráfica
en el diario Informaciones de Madrid y transitar por la mítica La Codorniz, el
almeriense se traslada a estudiar Arte primero a Inglaterra y más tarde a
Italia. Durante su estancia en ambos países colabora con publicaciones como
Daily Mirror o L’Espresso, para regresar a su país el mismo año en que los
españoles nos pronunciamos inequívocamente a favor de nuestra Constitución,
formando parte del Grupo 16 desde entonces hasta su disolución. Los lectores
del Washington Post, Le Monde, Herald Tribune o Paris Match han podido sonreír
alguna vez con sus viñetas, su obra está expuesta en el Museo del Humor de
Basilea o en la Biblioteca de Documentación Internacional de París, ha
diseccionado con humor los entresijos de la vida en pareja y se ha significado
por su apoyo –gráfica y emocionalmente comprometido- a las causas de
organizaciones como Amnistía Internacional y Reporteros Sin Fronteras. Y esto
sólo es un resumen de una intensa y extensa actividad. Quienes se pregunten qué
se necesita para ser dibujante en un periódico, ya lo saben: entregarte por
completo a una pasión y trabajar mucho.
El
próximo día 28 de Febrero, Día de Andalucía, Juan Ballesta recibirá la
distinción honorífica que reconoce su meritoria labor profesional, y en
recuerdo de alguno de sus dibujos bien podríamos decir que el honor ha sido
nuestro.
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