La mayor virtud de todo acuerdo entre partes es la
confianza que despierta. Si ese acuerdo lo alcanzan en tiempo de crisis
económica Gobierno, trabajadores y empresarios, la confianza propicia que la
recuperación se produzca antes, y si su contenido obtiene un amplio respaldo
parlamentario, la confianza se multiplica y la recuperación se acelera.
Los beneficios del Acuerdo Económico y Social son
cuantificables también en Almería. Por ejemplo, la homologación del Régimen
Especial Agrario al Régimen General de la Seguridad Social hará posible que los
cerca de cuarenta y cinco mil trabajadores que en nuestra provincia están
afiliados actualmente al Régimen Agrario puedan incluso doblar su pensión de
jubilación, además de optar a derechos que hasta ahora no disfrutaban, tales
como la jubilación anticipada, el subsidio por incapacidad temporal, las
prestaciones por maternidad o paternidad o las cotizaciones por formación
profesional. Por otro lado, también los más de cincuenta y dos mil almerienses
que cotizan en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos verán equiparados
sus derechos con respecto a los trabajadores por cuenta ajena.
Más que una cifra, el desempleo en Almería es una suma de
historias difíciles, con nombres y apellidos, más aún si tenemos en cuenta que
de entre esas personas que buscan trabajo y no lo encuentran, el veinte por
ciento lleva un año o más en paro. Sin duda es una situación muy dura, y tanto
la reforma de las políticas activas de empleo como el Plan de Choque que
contempla el Acuerdo Social y Económico buscan, entre otros beneficios, dar esa
solución que demandan los parados de larga duración, con más formación, con
mejor orientación y con ayudas para quienes hayan dejado de percibir la
prestación y tengan cargas familiares.
En lo que se refiere a las pensiones, cuestión tan
debatida, Almería no es una excepción con respecto al resto de España: las
causas por las que urgía reformar nuestro Sistema Público de Pensiones son
evidentes y obedecen a causas estructurales, es decir, independientes de la
crisis económica: descenso en la natalidad, mayor esperanza de vida, y aumento
del poder adquisitivo de las propias pensiones. Ni siquiera los países de
nuestro entorno son ajenos a ellas, de ahí que nuestra reforma esté en línea
con las reformas emprendidas por los principales países europeos. Hablamos de
una reforma que en España, además, permitirá que la pensión media se revalorice hasta
en un cuarenta y cuatro por ciento en las próximas décadas.
Se siembra para recoger, ése el
principio que guía el acuerdo propiciado por el Gobierno. El principal partido
de la oposición no ha decido aún si lo apoya o no: tal vez tengan la cabeza tan
llena de encuestas que entre toda esa demoscopia electoral las ideas vean
dificultada su libertad de movimientos; tal vez sigan sin entender la letra de
su líder. Lo que sí es cierto es que Mariano Rajoy ha afirmado que en dos años
él arreglaba la economía española. Dicho así parece cosa de poco esfuerzo, y de
eso se trata, por su parte: el señor Rajoy ha echado cuentas para saber cuándo
podría la derecha recoger los frutos de la siembra que está haciendo este
Gobierno; es decir, cuándo podría, más o menos, y sin mover un solo dedo,
beneficiarse del trabajo de todos lo demás. Y si se piensa bien, ¿es que nos
vamos a sorprender ahora de esta actitud por parte de la derecha española?
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