En 1921, el investigador canadiense
Frederick Banting demostró que la aplicación de insulina en personas diabéticas
mejoraba claramente los síntomas y consecuencias de la enfermedad. A partir de
tan excepcional descubrimiento médico, la diabetes dejó de ser una afección
mortal y pasó a ser controlable, y como tributo a Banting se celebra cada año,
desde 1991, el Día Mundial de la Diabetes coincidiendo con la fecha de su
nacimiento, 14 de noviembre.
El próximo domingo, pues, millones de
personas en más de ciento sesenta países serán concienciadas nuevamente sobre
una enfermedad que algunos incluyen entre las denominadas “invisibles”, por
cuanto no duele, ni sus síntomas se manifiestan externamente, ni es tampoco
necesario establecer medidas o protocolos que pudieran prevenir un contagio,
pues la diabetes no es contagiosa. Así las cosas, los principales mensajes de
las asociaciones que agrupan a los enfermos diabéticos se centran en la
concienciación de su alcance –es una enfermedad en constante expansión-, las
causas, los síntomas, las complicaciones, los tratamientos y la necesidad de
mantener los controles pertinentes y llevar un estilo de vida saludable.
En 2006, la Asamblea General de la ONU
reconoció la diabetes como una enfermedad crónica debilitante, costosa y con
graves complicaciones, que supone una grave amenaza para la salud mundial. Se
calcula que en España puede haber dos millones y medio de diabéticos, entre los
que están diagnosticados y los que desconocen que padecen la enfermedad. Este
desconocimiento es uno de los grandes problemas al que se enfrentan las
sociedades, pues una detección temprana facilita el inmediato tratamiento y, gracias
al control diario de los niveles de glucosa, aleja las posibilidades de que
derive en complicaciones más graves.
Andalucía es desde el año 2003 un referente internacional
en ésta y otras enfermedades hoy incurables, al dotarse entonces de un marco normativo
que regula la investigación con células madre embrionarias. Lejano queda ya el
intento por parte del Gobierno Aznar de frenar o impedir estas investigaciones,
acogiéndose a razones meramente ideológicas o de naturaleza moral. Apenas siete
meses después de la victoria socialista en las elecciones generales del 2004,
el nuevo Gobierno aprobó un Real Decreto que abría vías a la investigación en
este campo con las debidas garantías, y en 2007, mediante la Ley de
Investigación Biomédica, se daba cobertura jurídica a los nuevos avances
científicos.
En estos últimos años, Andalucía se ha
situado a la cabeza en investigación de terapias avanzadas, con una inversión
prevista de ciento cincuenta millones de euros hasta 2015 y ciento diez
proyectos iniciados, de los cuales treinta se centran en células madre
embrionarias. Recientemente, la Comisión Nacional de Seguimiento y Control de
la Donación y Utilización de Células y Tejidos Humanos autorizó a nuestra
Comunidad el desarrollo de seis nuevos proyectos, siendo el primero de ellos el
denominado “Obtención de células productoras de insulina a partir de células
pluripotenciales”. El Banco Andaluz de Células Madre, que fue en su momento una
estructura pionera en España, ha logrado varios hitos científicos. Andalucía
dispone, además, de un Plan Integral de Diabetes, y para el próximo año contará
con una Ley de Transparencia en Salud que incluye un nuevo plan estratégico en
investigación biomédica. Por cierto, que para este campo la dotación
presupuestaria se incrementará un 3,37% con respecto al 2010.
No es posible saber en qué momento todo este
gran empeño desembocará definitivamente en el objetivo que persigue, la
curación de la diabetes y otras enfermedades crónicas, pero podemos asegurar
que hoy estamos más cerca que ayer de conseguirlo y mañana estaremos más cerca
que hoy.
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